Zapping

Horario y Lugar
Martes a Viernes 11:00-19:00 / Sábado 11:00 - 14:00 Lunes y Domingo Cerrado
Artistas
Rodrigo Galecio
12. Jan 18. Feb. 2023 11 - 19

Zapping: Rodrigo Galecio

Imagina una máquina que permitiera acceder a los archivos de imágenes de nuestra memoria, todas aquellas que hemos absorbido en nuestra vida y, luego, le pidiésemos a esa máquina una representación visual de esos archivos. Rodrigo Galecio ha hackeado esa máquina improbable para construir esta alucinada serie de obras. Nacido en los setenta, este artista chileno se sumergió en su memoria para explorar las imágenes que la pueblan y descubrió asombrosas relaciones entre ellas: la trama geométrica de un poncho mapuche que colgaba en casa de sus padres compartía el mismo archivo en su memoria que la nave pixelada del videojuego Space Invaders; la cajetilla de los cigarrillos Camel se asociaba a un fusil AK-47. “Hemos vivido una época –una cultura– de la imagen”, concluye Galecio, “y no pensamos solo en palabras, sino también en imágenes”. Como si a la famosa cita de Heidegger “el lenguaje es la casa del Ser”, Galecio le retrucara, “¡y los íconos también!” Para crear una representación visual de los archivos de imágenes de su memoria, Galecio ha replicado la técnica del telar mecánico inventado por Joseph Marie Jacquard a comienzos del siglo XIX. En los espacios vacíos de una retícula, de una matriz, Galecio inserta las imágenes que va descargando de cada archivo de su memoria. Las retículas, que provienen de sus trabajos previos de abstracción geométrica, han sido organizadas temáticamente. De este modo, si Galecio busca en su procesador mental el archivo de imágenes de la Grecia Clásica, descubre que allí se aloja Pegaso, el caballo con alas que montaba Zeus. Pero no es cualquier Pegaso, sino el del logotipo de aceites Mobil que, en su memoria, ha sido conservado en el mismo archivo que las columnas dóricas y jónicas. Las relaciones entre los íconos están dadas por la estructura (rizomática, como las raíces de las patatas) que generan las retículas, de manera que podamos leer cada obra como si se tratara de la viñeta de un comic que ha abandonado la linealidad, invitando al espectador a seguir la sintaxis del zapping. “No importa cuánto alguien haya pensado la relación entre una imagen y otra,” sostiene la escritora argentina Beatriz Sarlo, “el zapping tiene la capacidad de quebrar esa relación e instalar una nueva”. En estas obras no hay centro ni dirección, lo que obliga al espectador, como en un juego, a establecer su propio recorrido de una imagen a la siguiente.

Galecio incluye, en cada retícula, un avatar de sí mismo, su alter ego bidimensional: el Sr. Plano, un rostro triangular, una síntesis cubista travestido en personaje de comic, como si una de las señoritas de Avignon fuera invitada a un episodio de Bob Esponja. La omnipresencia del Sr. Plano, cuyo aspecto muta de acuerdo a los íconos que lo rodean, es compartida por otro ícono que se repite en todas las obras, una calavera, un representación simbólica de la muerte, el game over del Sr. Plano.

Estas obras tienen la coherencia de los sueños y recuerdan los tapices, con intrincados diseños geométricos, que los indios Shipibo de la selva peruana bordaban para representar las visiones que tenían con ayahuasca. En este caso, es como si los espíritus fusionados de Piet Mondrian, Roy Lichtenstein y Bugs Bunny hubiesen participado de una de estas ceremonias y, luego, hubiesen creado un tapiz de sus visiones. La hibridación es absoluta. En estas representaciones visuales de la memoria de Galecio cohabita el constructivismo latinoamericano de Joaquín Torres García con el pop-art; el textil precolombino con los dibujos animados; el suprematismo con los videojuegos. Sin embargo, pese a la radical hibridación, cada una de estas obras posee una coherencia interna, nada en ellas está ahí por azar, cada elemento se rige por misteriosas relaciones que, cada vez que nos detenemos a observarlas, nos revelan una posibilidad ilimitada de lecturas.