The New Barbizon

Horario y Lugar
Martes a Viernes 11:00-19:00 / Sábado 11:00 - 14:00 Lunes y Domingo Cerrado
Artistas
Anna Lukashevsky, Olga Kundina, Zoya Cherkassky, Natalia Zourabova, Maria Pomiansky.
13. Oct 15. Dec. 2022 11 - 19

The New Barbizon

New Barbizon es un colectivo de cinco mujeres artistas de la Unión Soviética que, tras emigrar a Israel en los noventa, decidieron salir del estudio y pintar el mundo que las rodeaba. El nombre alude a la escuela de Barbizon del siglo XIX —los primeros en pintar al aire libre— pero las New Barbizon no son su repetición, ellas adoptaron una práctica antigua para crear su propio lenguaje.

La vieja escuela de Barbizon, al salir del estudio y enfrentar la naturaleza, produjo una de las rupturas más radicales en la historia del arte occidental. ¿Por qué nadie había salido antes a pintar al exterior? Los pintores podían hacer bocetos al aire libre pero no podían cargar atriles ni frascos de pinturas, hasta que, en la primera mitad del siglo XIX, se inventó el atril portátil y los tubos de pinturas. Según Renoir, sin la pintura en tubos, no hubiese existido Cézanne, ni Monet, ni Pissarro, ni impresionismo. La observación directa de la realidad no solo expuso a estos pintores a la riqueza cromática de la naturaleza y a las tonalidades de la luz, sino que, además, les reveló una temática nueva. Jean-François Millet vio a tres campesinas pobres y las retrató tal como las veía, encorvadas por el cansancio de la jornada. Era la primera vez que la pobreza aparecía retratada, no de manera jocosa o deforme como en Brueghel, ni heroica como en Delacroix, sino como seres humanos cuyo mayor triunfo era soportar la vida cotidiana. New Barbizon sabía que, al enfrentar el mundo exterior, la sociedad pasaría a formar parte de sus obras. Y querían que así fuera. Para ellas, el arte debe exhibir las tensiones sociales silenciadas en el diario vivir. Mucho antes de ser New Barbizon, estas cinco artistas crecieron estudiando el realismo socialista y admirando las obras de Iliá Repin, el pintor y escultor que insertó una dimensión psicológica y social al realismo y que el arte oficial de la Unión Soviética sugería imitar.

Las New Barbizon siguieron el camino de los franceses, pero no se encontraron con bosques y ríos sino con ciudades saturadas de historia, con una mezcla étnica medio-oriental en inestable equilibro, con conflictos sociales, raciales y religiosos, que se transformaron en la materia prima de sus obras. Pintar afuera las obligó a hacerlo muy rápido. No tenían tiempo para incorporar todos los detalles, debían captar la médula de la realidad y, para ello, utilizaban una doble percepción: resaltaban la tipicidad de la persona y, evitando el estereotipo, plasmaban sus rasgos distintivos, aquello que la hace única. Es un hilo fino que, cuando no se logra cruzar, se transforma en lo mismo que critica.

A diferencia de los viejos Barbizon, las New Barbizon cuentan a su disposición con todas las vertientes del arte figurativo que vinieron después de los franceses. En sus obras hay impresionismo y posimpresionismo, fauvismo, expresionismo y cubismo, realismo socialista, diseño gráfico, comic, teatro, pop-art y punk. Mezclan estilos pero no hacen un collage, sino un lenguaje nuevo lleno de referencias del pasado. Obtienen del arte posmoderno la libertad para combinar estilos, sin embargo, rechazan su auto-referencialidad; no quieren crear una obra que hable de arte ni que requiera de textos explicativos para desentrañar su sentido, sino una que permita interpretar su mundo y que, con tan solo mirarla, percibamos el dolor y la belleza que posee una ciudad, una habitación o un rostro.

La formación de un colectivo, en una era que promueve el genio individual, les permitió compartir su experiencia. Aprendían de las visitas que hacían a sus estudios; ahí conversaban o se sentaban a mirar los movimientos que la otra hacía. Según Zoya Cherkassky, cuando trabajas sola corres el peligro de caer en tus propios clichés, repitiéndote a ti misma, pero cuando a tu lado tienes a otros pintores que amas y respetas, aprendes de ellas. Se unieron con una sola premisa, salir del estudio, enfrentar la realidad y pintar. Para Olga Kundina, lo que sucedió, entonces, fue un milagro, como si descubrieran nuevamente el poder de la pintura en sus vidas. Natalia Zouravoba señala que se hicieron adictas a pintar al aire libre. Para Anna Lukashevsky, ese simple gesto “anacrónico” les permitió recuperar una carga social que había perdido la pintura contemporánea. La idea era observar la vida cotidiana de la urbe, con sus roces y violencias, y representar esa realidad en la tela, utilizando todas las posibilidades que el arte Occidental había experimentado.

New Barbizon lleva más de una década explorando en conjunto, e individualmente, las distintas formas de plasmar lo que ven frente a ellas. Rupturistas hasta con sus propios principios, como si el destino fuera la búsqueda. Hoy cada una mantiene ciertos fundamentos de New Barbizon y traiciona otros.

In the Studio

Zoya Cherkassky

Zoya Cherkassky sigue obteniendo su materia prima de lo que encuentra fuera de su estudio, pero ya no pinta sus lienzos al aire libre. En cambio, hace bocetos que luego usa en el estudio, con todo el tiempo que necesita. Si la realidad no le da la composición que necesita, la crítica social que quiere hacer o el sarcasmo que quiere transmitir, entonces toma una figura de un boceto y otra de otro hasta recrear una escena que, en sus palabras, “mejora la realidad”.

Sus bocetos combinan la estética de un cómic o de un manual escolar soviético con la síntesis de los protocubistas durante su investigación de las máscaras africanas. La síntesis cubista se suaviza en sus cuadros, pero mantiene la carga política y, por supuesto, el sarcasmo. No porque el arte deba ser sarcástico, sino porque Cherkassky lo es.

Anna Lukashevsky

Anna Lukashevsky es quizás la más fiel a estos principios. Para ella, encajan con su temperamento y resuelven ciertos problemas artísticos —qué pintar o cómo pintarlo— y, según sus palabras, la sacan de la necesidad de “leer a Gilles Deleuze”. La observación directa es su mejor aliada. Prefiere pintar retratos de personas en lugar de paisajes, porque la composición similar que tienen los rostros le permite enfocarse en la psicología de aquellos a quienes retrata.

Lukashevsky combina dosis precisas de la dimensión psicológica de las personas que retrata con sus elementos estereotípicos para situarlos socialmente (un cajero ruso, un barbero palestino, un refugiado etíope). Obtiene sus modelos del exterior, de la gente que encuentra en su camino: asalariados, jubilados locos, artistas, drogadictos, punks y hippies. Lukashevsky les habla mientras pinta sus retratos; Quiere saber qué sienten, qué significa cada arruga, cada expresión que hacen. Le gusta pintar personas que “no usan máscaras (como los burgueses) y que dejan ver el drama, las drogas o el alcohol, la locura en sus rostros”.

Olga Kundina

Olga Kundina siempre ha pintado lo que ve desde que era una niña. Mientras otros niños pintaban desde su imaginación, ella pintaba lo que la conmovía. Por eso, la misma noche en que se reunió con Cherkassky para hablar de pintar juntos al aire libre, Kundina le propuso empezar de inmediato y, sin perder más tiempo, sacaron sus cuadernos y lápices y dibujaron lo que tenían delante. Los personajes de las obras de Kundina recuerdan al expresionismo, pero la vibración de sus espacios urbanos tiene tintes de futurismo. Mientras ella rechaza pintar a partir de fotografías y mantiene una observación directa, a lo largo de los años ha pasado de retratar el mundo exterior a observar un mundo más cercano e íntimo con el objetivo de reflejar en el lienzo su realidad interna. Ella sospecha que el próximo paso será integrar la abstracción.

Natalia Zourabova

Natalia Zourabova sigue trabajando a partir de lo que observa a su alrededor pero ahora está más preocupada por retratar un realismo crítico que por representar la profundidad del espacio, la luz y las sombras. En sus palabras, se trata de “crear la posibilidad de viajar dentro del lienzo, como lo hizo Cézanne”. Sus obras revelan tanto la influencia del postimpresionismo, especialmente en el uso del color, como sus estudios de teatro y artes escénicas. Zourabova pinta situaciones reales pero en lugar de centrarse en la psicología de las personas, lo hace en la situación que están viviendo, como si fueran personajes de una escena congelada en el tiempo. Las obras de Zourabova captan el significado inexpresable de un acto común cuya belleza habíamos pasado por alto.

Maria Pomiansky

Maria Pomiansky fue la última en unirse al colectivo, adoptando fácil y felizmente la idea de pintar al aire libre. Es una cronista que se expresa en colores e intenta comprender el mundo –o, dicho de otro modo, a sí misma– a través de lo que registra. Sin embargo, a diferencia del resto del grupo, su atención no se centra en las personas sino en los espacios que ocupan. Sus obras son retratos de los rostros de las ciudades y, más recientemente, de los estudios de otros artistas. Porque ella vive en Suiza y no en Israel, en lugar del desorden inquieto del Medio Oriente, en sus pinturas predominan los espacios limpios, donde las formas geométricas cobran protagonismo y crean un colorido efecto cubista psicodélico.