Ready to Wear

Horario y Lugar
Martes a Viernes 11:00-19:00 / Sábado 11:00 - 14:00 Lunes y Domingo Cerrado
Artistas
Diego Bianchi.
16. Sep 04. Nov. 2023 11 - 19

Ready to Wear: Diego BIanchi

En un viaje iniciático se atraviesa un umbral para llegar a una realidad alterna donde se nos revela una visión de nuestro mundo.

Threshold

Cruzar el umbral de cualquier exposición de Diego Bianchi nunca es tan simple como abrir una puerta y entrar. El espectador debe superar un obstáculo: una rampa que debe escalar, una barra que lo obliga a agacharse, un conjunto de piedras al final de una escalera o un laberinto al interior de una galería; umbrales que desarman la pasividad del espectador y lo exponen simbólicamente a las frustraciones cotidianas, para prepararlo física y emocionalmente a lo que va a enfrentar. El uso del umbral como obra desplaza el foco de atención hacia el espectador. Como en Imponderabilia (1977) de Marina Abramovic, cuando ella y su pareja flanquearon desnudos la entrada de una galería, obligando a los espectadores a rozar sus cuerpos. En palabras de Bianchi, «pienso en el público, en despertar la percepción del público, en desconcertarlo, de alguna manera, para estimular su forma de leer las cosas». Su finalidad es que el visitante no salga igual que como entró.

The alternate reality

Una vez que el espectador ha dejado atrás su idea preconcebida de lo que es el arte, está capacitado para desentrañar las leyes que organizan la realidad alterna de Bianchi, donde la belleza no es sinónimo de armonía. Bianchi nunca fue un artista joven, se formó en el diseño gráfico y su primer acercamiento al arte fue a través de la fotografía, registrando rincones de Buenos Aires donde el azar creaba instalaciones artísticas (un árbol creciendo entre los fierros de una reja o un muro estucado que parece un dibujo de Keith Haring). Por eso fue natural que pasara de recolectar rincones a recoger objetos, cosas que alguna vez compartieron la experiencia de alguien, su intimidad, y que terminaron siendo descartadas sin lamentos. Bianchi siente empatía por esos objetos, «como si fueran mascotas perdidas», y los rescata «con la esperanza de poder redimirlos».

Marcel Duchamp fue uno de los primeros que concibió la idea de que una obra podía ser encontrada entre los objetos cotidianos que nos rodean, bastaba con darle ese encuadre. Pero a diferencia de Duchamp, que encontraba «obras listas» (por eso se llaman ready-mades), para Bianchi los objetos no son la obra sino el material con la que esta se construirá y, por ello, está más cerca de Thomas Hirschorn que del arte conceptual.

Ambos comenzaron en el diseño gráfico y se acercaron al arte pasados sus treinta años. Ambos, con humor y provocación, trabajan con objetos cotidianos que carecen de valor, con las ruinas de la civilización. Según Hirschorn, «hoy vivimos en una época de un crecimiento increíble de ruinas contemporáneas». El logro de ambos es haber revertido el paso del tiempo, transformando la ruina en creación, reordenando la entropía de nuestro mundo. «En mis trabajos», señala Bianchi, «hay mucha diagramación, hay muchas leyes, muchas seriaciones».

En una obra, seis piernas y un tubo de escape parecen divertirse. En otra, una pierna, con un elegante zapato negro, se funde con el depósito de gasolina de un auto. No hay formas puras y limpias, sino fragmentos de objetos y de cuerpos que componen nuevos organismos. Para Freud, existen dos formas de lo siniestro: cuando algo que no debe moverse se mueve y cuando un cuerpo humano no se mueve. Bianchi juega con ambas vertientes, difuminando los límites entre el aspecto de la materia orgánica e inorgánica, obligándonos a reflexionar qué tan parte de nuestro propio cuerpo son los objetos que nos rodean. Entonces, esas máquinas humanoides y esos humanos mecanizados adquieren una escalofriante familiaridad. «Me gusta usar los cuerpos como objetos», señala, y le gusta usar los objetos como cuerpos. Parafraseando a Pablo Schanton, la obra de Bianchi corporiza las esculturas y esculturiza los cuerpos. La noche que nos reunimos con Bianchi para conversar sobre esta exposición, mientras caminábamos por el centro de Santiago, de pronto observó en el suelo el pequeño bracito de una muñeca, sin su cuerpo; lo tomó como si se tratara de un ave herida, con cariño, y lo guardó en su bolsillo con la certeza de que le daría una nueva vida entre una de sus obras.

The vision

¿Sueña Bianchi con el arte que vendrá después del apocalipsis? Frente a su obra, resulta inevitable pensar en el bestiario mitológico que aparece en El Jardín de las delicias de El Bosco, como si Bianchi transformara a esos seres con múltiples extremidades en las figuras de un bestiario tecnológico. La escena postapocalíptica de Bianchi está atiborrada de desechos industriales (cables, teclados, piezas de coches, zapatos, masilla, látex, espuma, etc.), pero su obra no es un desesperado lamento acerca del devenir apocalíptico al que nos dirigimos, sino, por el contrario, es más bien un canto a una esperanzadora era posapocalíptica. Cuando ya no quede más que una civilización despedazada, una sobreabundancia de objetos inútiles desperdigados sobre la faz de la tierra, los poshumanos harán arte con los despojos que encuentren. Y será un arte optimista. Y será un arte muy similar a las obras de Diego Bianchi.

Alan Meller, 2023.